Se ha demostrado que la lectura
no es un ejercicio normalizado, ya que no es entendida ni aceptada como un
derecho del ciudadano de primera necesidad y porque no ocupa un lugar
importante en el tiempo de ocio de los españoles.
Puede decirse, que la lectura está
muy poco valorada por muchos sectores de la sociedad, sobre todo por los medios
de comunicación y por los jóvenes adolescentes. Pues mucha de la lectura que se
practica es instrumental, es decir, se lee como fuente de información y no como
fuente de conocimiento, lo que implica que el lector ya vaya imponiéndose poco
a poco limitaciones en su lectura.
Existen muchos tipos de lectura,
muchos de ellos instrumentales, pero la verdadera lectura la encontraremos en
la voluntaria, la que no tiene ninguna finalidad más allá de ella misma. No
podemos olvidar que por mucho que obliguemos a una persona a leer, la lectura
tiene su base en la decisión personal libre e individual.
También es importante destacar
que la sociedad tiende a adjudicar todos los problemas a la escuela, como si
son niños que “no saben leer” como si son otros que si saben, pero no leen.
Está claro que es responsable de que estos adquieran una buena competencia
lectora, pero es injusto que se le adjudique a la escuela toda la responsabilidad
en la adquisición de hábitos lectores. Y es que la mayor parte del hábito
lector, suele adquirirse en casa, no en la escuela, como consecuencia de la
voluntad de leer y con la posibilidad de ser reforzado con la práctica de
lectura en familia. Se trata de conductas, actitudes y hábitos que pueden ser o
no aprendidos. El problema se halla en que la mayor parte de los padres de
estos niños/as no leen, no fomentan esa lectura, y por lo tanto no hay muchos
libros en los hogares españoles.
Ya en segunda instancia se
encontraría la escuela, que tampoco lo está haciendo bien, pues no solo parece
que se lea poco en clase, sino que encima se les exige a leer unos libros
marcados por el profesor. Con la finalidad de evaluar la comprensión de esta
lectura con un examen. Es decir, se le obliga al sujeto a leer un libro sin
tener en cuenta sus gustos o intereses.
Por último, la animación a la
lectura ha sido considerada más como un mero juego, estrategia o técnica para
leer un libro concreto que una actividad organizada para el fomento general de
la lectura. Todo lo que se haga para que se lea, y se haga además de manera
voluntaria con el fin de desarrollar el hábito lector está muy bien, eso sí la
animación a la lectura debe abarcar mucho más que unos simples empeños y
proyectos aislados, algo que afortunadamente parece que está empezando a
cambiar.
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