Aun soy incapaz de recordar de mis clases de Lengua Castellana
y Literatura, una sola sesión en la que trabajásemos los contenidos de una
manera totalmente distinta a la que se hizo en su momento. Eso sí, siempre
recordaré la metodología llevada a cabo por aquel maestro en cuyas manos
parecía tener algún tipo de magnetismo que le hacía serle totalmente fiel al libro de texto. Por lo cual, las
actividades eran totalmente pesadas, centradas en seguir los contenidos
teóricos de este libro y del que evadirnos solo indicaba sacar una hoja para
realizar un dictado. Pero esto lamentablemente no lo fue todo, sino que al
pasar al instituto nos encontrábamos en clase de lengua con una intensa
“avalancha” de libros de literatura escogidos siempre por el profesor y que teníamos
que leer de manera “placentera” en un periodo de tiempo para después examinarnos.
La gran pregunta que podemos hacernos es: ¿Realmente eso ha
cambiado? ¿De verdad tiene sentido enseñar la lengua así? Pues evidentemente
no. Todos hemos podido comprobar de la mano del maravilloso Practicum que aún existen docentes que
se empeñan en enseñar la lengua tal y
como en su día la aprendieron de sus maestros. Es decir centrándose en la
enseñanza de la lengua de forma teórica y no en los aspectos más pragmáticos.
Resulta controvertido, ya que curiosamente el objetivo que debemos marcarnos
como docentes es que el sujeto domine las cuatro habilidades básicas de la
lengua: Hablar, Escuchar, Leer y Escribir. Por tanto interesa más su uso y
menos su aprendizaje. Al igual que la literatura debería formarse a partir de
la motivación y los intereses del alumnado para que puedan así disfrutar y aprender
a apreciar la literatura.
Teniendo en cuenta el párrafo anterior, no es de extrañar
que se publiquen artículos en los que se expongan que los alumnos
universitarios no lean más allá de libros y/o revistas que les son
imprescindibles para realizar alguna práctica o simplemente para aprobar un
examen. Pues en su momento no les enseñaron a disfrutar de la literatura,
aspecto que les ha llevado a no desarrollar el hábito lector como debería.
Por último y en cuanto a la asignatura de DLL pienso que
será una de las asignaturas que nos enseñe a formar alumnos competentes en
Lengua y Literatura, y espero que nos ayude a crear en nuestros futuros
alumnos/as los hábitos literarios que en su día no adquirimos.
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